Los discos SSD permiten mejorar el rendimiento de los ordenadores de forma muy efectiva y, además, añadiendo una seguridad en el trabajo que se realiza que es superior a la que ofrecen los modelos mecánicos (o HDD). Pero existen diferentes tipos de este hardware que es importante conocer para, de esta forma, realizar la elección que se ajusta con las necesidades que se tienen.
Algo que se debe tener claro de los discos SSD es que, si se tiene un ordenador de sobremesa, lo habitual es que los modelos que se pueden comprar en las tiendas son de 2,5 pulgadas, que son los que habitualmente se dan en los portátiles. Esto no impide que se pueda dar uso en estos equipos, pero es necesario tener un adaptador para que encaje en las bahías correspondientes en el interior del PC. Estos se suelen incluir con los modelos que son de calidad como los de Crucial. El caso es que este es un desarrollo a tener en cuenta y que puede ser un condicionante en la elección del componente.
Físicamente existen discos SSD denominados M.2. Estos modelos se utilizan generalmente en los portátiles de pequeñas dimensiones -aunque también se pueden utilizar en ordenadores de sobremesa-, y tiene algunas virtudes como su tamaño y peso, pero lo que le hace especialmente destacable es que el consumo energético que tiene es muy reducido (mucho menor que el de los modelos de 2,5 pulgadas). Su rendimiento es prácticamente el mismo pese a sus reducidas dimensiones, pero son algo más caros -especialmente si son de buena calidad- y, además, actualmente no ofrecen una capacidad tan elevada como el anterior formato que hemos comentado. Aquí hay una variante denominada mSATA, que es incluso más pequeña, pero su uso está menos extendido.
Si esta última opción es tu elección, ya que tu equipo es compatible (puedes comprobar la compatibilidad aquí), debes saber que hay dos medidas: 2280, la más habitual y que es alargada; y 2242, menos extendida pero más cuadriculada. Revisa este dato ya que es esencial para no llevarte una sorpresa al proceder a la instalación, que por cierto es realmente sencilla ya que simplemente es insertar el elemento y colocar un tornillo en el otro extremo.
Antes de finalizar es importante comentar que existe una tercera variedad de discos SSD, que son los que se utilizan en los ordenadores de sobremesa y que se instalan en las ranuras PCI. Es poco habitual el darles uso, pero es una excelente opción a la hora de aumentar de forma significativa el almacenamiento de un ordenador de este tipo y, por extensión, su rendimiento. Normalmente esta es una opción elegida por usuarios profesionales.
Interfaces de conexión de los discos SSD
Este es otro factor importante y diferencial de los discos SSD, ya que de la interfaz de conexión depende que la transferencia de datos que se realiza sea más o menos rápida. El caso, es que, para dar uso a una en concreto, tanto el componente como el ordenador deben ofrecer compatibilidad, ya que generalmente en caso contrario se tienen problemas de funcionamiento. Son dos las grandes posibilidades que existen en la actualidad: SATA y PCIe. La primera es la más habitual y, por lo tanto, la que habitualmente se utiliza. Actualmente lo normal es hacerse con modelos SATA III o superior, ya que en caso contrario se desaprovecha el hardware.
Las PCIe están presentes en los modelos M.2, y ofrecen un gran rendimiento (incluso cuatro veces por encima que la interfaz anterior). Eso sí, son modelos bastante caros… pero la diferencia a la hora de gestionar datos y el aumento de velocidad al gestionar información que se consigue con ellas es impresionante por lo que son una excelente posibilidad si tu ordenador lo soporta. Finalmente hay una tercera opción: NVM Express, poco extendida al no ser muy compatible pero que es la opción más potente a día de hoy. Echa un vistazo a la herramienta que ofrece Crucial en su página web, que te ayuda a entender las diferencias y encontrar una SSD compatible con tu ordenador.
Otros detalles que se deben valorar
Dos son los que creemos que son esenciales. El primero es la capacidad de almacenamiento que, aunque puede ser algo obvio, es algo que se debe tener muy presente ya que los discos SSD están pensados para guardar información y, además, ofreciendo rendimientos muy elevados. Actualmente, no se ofrecen opciones tan amplias como en los modelos mecánicos, y para realizar una buena elección es recomendable que se adquiera un poco más de lo necesario para que el sistema operativo pueda trabajar de forma efectiva.
Finalmente, está la durabilidad. Esta depende en gran medida del tipo de SSD utilizada, lo que es también importante, existiendo tres opciones: SLC; MLC; y TLC. La primera es la que llegó con los primeros discos SSD, por lo que actualmente no es la más recomendable. Por lo tanto, son las otras dos las que se deben buscar ya que ofrecen un empaquetamiento de los datos mucho mejor y ofrecen 2 y 3 bits por celda (respectivamente).
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