Soy un fanboy de Apple. ¡Ya lo he dicho! Lo he soltado así de sopetón para liberarme, porque muchas veces y dependiendo de dónde hable uno, debe callar para que la discusión no pase a mayores. ¿iOS o Android? ¿Apple o Google? ¿Papá o Mamá? Pues mirad, llamadle loco pero me quedo con los dos. Con uno por convencimiento de que es la mejor plataforma del mercado, y con otro porque ofrece ese punto gamberro y de experimentación que todos queremos experimentar siempre en nuestras vidas.
Por si tenéis duda, la mejor plataforma me parece la de Apple y la más gamberra la de Android. Como es obvio, muchos no seréis de mi misma opinión y estoy convencido de que tenéis tanta razón como yo de defender lo contrario, ya que estamos hablando de que cuando nos decantamos por unos o por otros siempre afloran razones intangibles, una especie de noséqué que muchas veces no sabemos explicar.
Apple, my love
Seguramente muy fanboyismo por Apple no viene de iOS, sino de más atrás. Primero de los Mac a principios de los 90, cosa que se fue afianzando con la llegada de los iPod, más tarde los iPhone, iPad, Watch, etc. Eso de tener a principios de siglo la biblioteca musical en iTunes obligaba a uno a seguir la senda del Padre Jobs… de ahí ese cuarto de siglo que uno lleva colgado de la manzana.
iOS, macOS, watchOS y tvOS son perfectos para quien decide tenerlo todo Apple. Servicios, funciones, contenidos… todo se puede intercambiar y utilizar fácilmente entre los iPhone, iPad, relojes y ordenadores. Además, y eso es innegable, el funcionamiento de todos ellos es realmente extraordinario y no ofrece problemas de uso: todo es rápido, fluido y funciona, que es de lo que se trata.
Obviamente hay otras razones también, como por ejemplo el soporte técnico de Apple: no solo para reparar hardware en garantía sin poner demasiados problemas (aunque últimamente se han vuelto bastante rácanos), sino a la hora de dar soporte con las nuevas versiones de su sistema operativo a terminales que tienen cuatro o cinco años. En este punto no hay comparación posible con Android donde al segundo año ya tenemos un terminal desactualizado. Esa fragmentación es de las cosas que menos me gustan del OS de Google.
Android, my lover
Que Apple haya sido el camino principal escogido para mis dispositivos móviles, no quita para que Android no haya contado con mucha parte de atención. Decir que me apasiona Samsung y desde el Galaxy S no he faltado a la cita de sus tope de gama, tanto el móvil como el phablet: los S2, S3, S4, S5, S6 y S7 o los Note, Note 2, Note 3, Note 4 y… Note 7 no pudo ser. O más: Galaxy Mega, Galaxy Tab (la primera), Galaxy TabPro S… la lista es infinita (desde el Samsung Q1).
Android en esos casos siempre me ha servido in problemas pero con pinzas. Nunca me he podido quitar de encima esa sensación de que con el paso de las versiones del OS la cosa iba a peor. Aun así, Samsung ha aprendido muchísimo, y para bien, con los años y tras alcanzar el punto más bajo de rendimiento de sus terminales con el Galaxy S4 y su carga brutal de bloatware y opciones que nadie usó, empezó a fabricar pensando en el rendimiento.
Samsung es la que mejor hace las cosas y por eso es la que más vende. El público no es tonto, a pesar de Google y sus Pixel que sigue sin vender como es debido. Es decir, satisfaciendo la demanda que hay en muchos países como en España, que seguimos esperando a que pongan a la venta una cantidad mínimamente decente de smartphones.
Son estas dos empresas las que me han cautivado siempre en Android. La primera por la fuerza de sus apuestas y la segunda por su inteligente forma de seguir los pasos de Apple instalando esa versión stock que es la que mejor rendimiento tiene, con mucha diferencia. De esos terminales de los de Mountain View, me quedo sin dudarlo con los Galaxy Nexus (fabricado por Samsung) y el Nexus 4: son los smartphones que mejor supieron igualar ese feeling Apple.
Así que no os aburro más. ¿Mi móvil ideal? Pues un iPhone con el pantallón del Galaxy S8+ y dual-boot con iOS y Android stock. ¿Se puede pedir más?